Wednesday, September 7, 2011 at 11:13pm
Partida la espalda y con la molestia de los zapatos de hule barato, eso si, rojos y vacanos, con gotitas aun de la larga lluvia me lleve el susto del mes.
Venia de repartir volantes para que mis vecinos, los de East Harlem, los de la cuadra y los de las cooperativas de inquilinos, sepan que estaré visitándolos en los próximos días para preguntarles en que va la comunidad. Mas cansa’ que’l diablo, mirando las ratas que se notaban entre las sombras de los postes y escasos arboles de la 173. Justo antes de la Saint Nicholas, al costado de unos escalones, como tratando de protegerse de las gotitas, estaba el cuate enroscado en sí mismo. No sabía si le pasaba algo mas allá de un dolor así que aminore el paso y lo mire con atención mientras me acercaba. Al cuate se le subió la onda del dandi y al notar mi atención se fue medio incorporando con tremenda dificultad. Casi frente mío erguió su brazo de estatua de la libertad económica jodida por Wall Street y gritó una vaina como en ruso que me paralizó. “Esta armado” con el más temible hedor. El romo malo es nocivo para la las axilas y causa halitosis. Seguido me subió un friíto estrepitoso por el cuello y se me cruzaron Tripitaca y Monkey Magic en los hombros. Uno decía:
- Ataca! Una trompada en la nariz lo tumba. El otro decía:
- esta tan cansado como tú. Volvía el uno:
- vamos! Ponte tu traje de kill-bill amarillo pollito y entierrale en el ojo la espada samurai ( la felpa azul en el bolsillo del jean).
- NO, decía el otro: concéntrate en la compasión.
- Pamplinas: toma el escudo y muélelo…
- ah carajo! Pensé. - Se me quedo el clip-board en la guagua, no va a funcionar la táctica del escudo.
- Concéntrate, alerta, vuélvete uno con él,
- No, no no! te va a hacer daño, para dónde vas a correr?
- Pues hacia la funeraria que tiene más luz.
- Imposible! Hay carros bloqueando la acera, te atrapará.
- No demuestres miedo, muéstrale la verdad
- Sal corriendo muchacha, te va a matar
- Imposible salir corriendo mis rodillas están destruidas de subir y bajar escaleras, ya sabes , la artritis que los médicos gringos nunca encuentran o siempre encuentran, habichuelas guisadas y los chicharrones de Elsa no ayudan a una karateka imaginaria.
- Ora
- Haz una kata para que se asuste
- Llama a alguien
- No puedo, se me olvido pagar el celular y yo solo tengo fondos las primeras 35 horas a la quincena.
- No por el celular, ya se te olvido que la gente grita auxilio?
- No seas ridícula, no ha pasado nada, apenas van 4 segundos desde que hablo ruso el cuate.
El cuate y yo nos encontramos filo a filo; él con su grajo pestilente y yo con mi indecisión de si sentir compasión o salir corriendo. Total, yo sabía, que yo me iría a casa a un lugar seguro y callido, sin goteras ni soledad. El miedo había pasado y solo quedaba la escapatoria. Como esquivar el inminente ataque…
Volvió el friito estrepitoso a lincharme el cuello y el cuate dio su primer paso…hacia atrás y perdió el equilibrio. Sentí la necesidad de sostenerlo, pero no era practico, ya si estaba entendiendo lo que me decía y si me acercaba terminaría debajo de el. Apreté el paso y a la tercera zancada las rodillas lanzaban férreas corrientes de dolor. Llegue a la esquina de la Saint Nicholas donde había más luz. El cuate había vuelto a enroscarse en sí mismo. Estoy segura que con tanto alcohol, ni gripe le dará al pobre.
En Broadaway frente a la iglesia, espere la guagua y recordé la clase de defensa personal que nunca he tomado y trate de recordar la que tome hace años, pero esa esta borrada con las peleas de las películas de artes marciales. Otra vez a salvo, al lado ahora de un jembron musulman, me impacta su belleza tan rara. Llega la guagua y sonrío a un vecino, pero sigo hasta ponerme cerca de la puerta de salida. Trato de ser civilizada cuando puedo. Me siento. Pobre cuate, alla enroscado en si mismo, que resaca te espera.
Partida la espalda y con la molestia de los zapatos de hule barato, eso si, rojos y vacanos, con gotitas aun de la larga lluvia me lleve el susto del mes.
Venia de repartir volantes para que mis vecinos, los de East Harlem, los de la cuadra y los de las cooperativas de inquilinos, sepan que estaré visitándolos en los próximos días para preguntarles en que va la comunidad. Mas cansa’ que’l diablo, mirando las ratas que se notaban entre las sombras de los postes y escasos arboles de la 173. Justo antes de la Saint Nicholas, al costado de unos escalones, como tratando de protegerse de las gotitas, estaba el cuate enroscado en sí mismo. No sabía si le pasaba algo mas allá de un dolor así que aminore el paso y lo mire con atención mientras me acercaba. Al cuate se le subió la onda del dandi y al notar mi atención se fue medio incorporando con tremenda dificultad. Casi frente mío erguió su brazo de estatua de la libertad económica jodida por Wall Street y gritó una vaina como en ruso que me paralizó. “Esta armado” con el más temible hedor. El romo malo es nocivo para la las axilas y causa halitosis. Seguido me subió un friíto estrepitoso por el cuello y se me cruzaron Tripitaca y Monkey Magic en los hombros. Uno decía:
- Ataca! Una trompada en la nariz lo tumba. El otro decía:
- esta tan cansado como tú. Volvía el uno:
- vamos! Ponte tu traje de kill-bill amarillo pollito y entierrale en el ojo la espada samurai ( la felpa azul en el bolsillo del jean).
- NO, decía el otro: concéntrate en la compasión.
- Pamplinas: toma el escudo y muélelo…
- ah carajo! Pensé. - Se me quedo el clip-board en la guagua, no va a funcionar la táctica del escudo.
- Concéntrate, alerta, vuélvete uno con él,
- No, no no! te va a hacer daño, para dónde vas a correr?
- Pues hacia la funeraria que tiene más luz.
- Imposible! Hay carros bloqueando la acera, te atrapará.
- No demuestres miedo, muéstrale la verdad
- Sal corriendo muchacha, te va a matar
- Imposible salir corriendo mis rodillas están destruidas de subir y bajar escaleras, ya sabes , la artritis que los médicos gringos nunca encuentran o siempre encuentran, habichuelas guisadas y los chicharrones de Elsa no ayudan a una karateka imaginaria.
- Ora
- Haz una kata para que se asuste
- Llama a alguien
- No puedo, se me olvido pagar el celular y yo solo tengo fondos las primeras 35 horas a la quincena.
- No por el celular, ya se te olvido que la gente grita auxilio?
- No seas ridícula, no ha pasado nada, apenas van 4 segundos desde que hablo ruso el cuate.
El cuate y yo nos encontramos filo a filo; él con su grajo pestilente y yo con mi indecisión de si sentir compasión o salir corriendo. Total, yo sabía, que yo me iría a casa a un lugar seguro y callido, sin goteras ni soledad. El miedo había pasado y solo quedaba la escapatoria. Como esquivar el inminente ataque…
Volvió el friito estrepitoso a lincharme el cuello y el cuate dio su primer paso…hacia atrás y perdió el equilibrio. Sentí la necesidad de sostenerlo, pero no era practico, ya si estaba entendiendo lo que me decía y si me acercaba terminaría debajo de el. Apreté el paso y a la tercera zancada las rodillas lanzaban férreas corrientes de dolor. Llegue a la esquina de la Saint Nicholas donde había más luz. El cuate había vuelto a enroscarse en sí mismo. Estoy segura que con tanto alcohol, ni gripe le dará al pobre.
En Broadaway frente a la iglesia, espere la guagua y recordé la clase de defensa personal que nunca he tomado y trate de recordar la que tome hace años, pero esa esta borrada con las peleas de las películas de artes marciales. Otra vez a salvo, al lado ahora de un jembron musulman, me impacta su belleza tan rara. Llega la guagua y sonrío a un vecino, pero sigo hasta ponerme cerca de la puerta de salida. Trato de ser civilizada cuando puedo. Me siento. Pobre cuate, alla enroscado en si mismo, que resaca te espera.